viernes, 12 de febrero de 2010

Ernesto Sábato. Fragmento de "Sobre Heroes y Tumbas"

Pedernera mira a Lavalle, que marcha un poco adelante, con sus bombachas gauchas, su arremangada y rota camisa, un sombrero de paja. Está enfermo, flaco, caviloso: parece el harapiento fantasma de aquel Lavalle del Ejército de los Andes... ¡Cuántos años han pasado! Veinticinco años de combates, de glorias y de derrotas. Pero al menos en aquel tiempo sabían por lo que combatían: querían la libertad del continente, luchaban por la Patria Grande. Pero ahora... Ha corrido tanta sangre por los ríos de América, han visto tantos atardeceres desesperados, han oído tantos alaridos de combates entre hermanos. Ahí mismo, sin ir más lejos, viene Oribe: ¿no luchó junto con ellos en el Ejército de los Andes? ¿Y Dorrego?
Pedernera mira sombríamente hacia los cerros gigantes, con lentitud su mirada recorre el desolado valle, parece preguntar a la guerra cuál es el secreto del tiempo...

Son ya quince horas de marcha hacia Jujuy. El general va enfermo, hace tres días que no duerme, agobiado y taciturno se deja llevar por su caballo, a la espera de las noticias que habrá de traer el ayudante Lacasa.

¡Las noticias del ayudante Lacasa!, piensan Pedernera y Danel y Artayeta y Mansilla y Echagüe y Billinghurst y Ramos Mejía. Pobre general, hay que velar su sueño, hay que impedir que despierte del todo.

Y ahí llega Lacasa, reventando caballos para decir lo que todos ellos saben.

Así que no se acercan, no quieren que el general advierta que ninguno de ellos se sorprende del informe. Y desde lejos, apartados, callados, con cariñosa ironía, con melancólico fatalismo, siguen aquel diálogo absurdo, aquel informe negro: todos los unitarios han huido hacia Bolivia.
Domingo Arenas, jefe militar de la plaza, obedece ya a los federales y espera a Lavalle para terminarlo. "Huyan hacia Bolivia por cualquier atajo", recomendó el doctor Bedoya, antes de dejar la ciudad. ¿Qué hará Lavalle? ¿Qué puede hacer nunca el general Lavalle? Todos ellos lo saben, es inútil: jamás dará la espalda al peligro. Y se disponen a seguirlo hacia aquel último y mortal acto de locura. Y entonces da la orden de marcha hacia Jujuy.

Pero es evidente: aquel jefe envejece por horas, siente que la muerte se aproxima, y, como si debiese hacer el recorrido natural pero acelerado, aquel hombre de cuarenta y cuatro años ya tiene algo en su manera de mirar, en una pesada curva de las espaldas, en cierto cansancio final que anuncia la vejez y la muerte. Sus camaradas lo miran desde lejos.

Siguen con sus ojos aquella ruina querida.
Piensa Frías: "Cid de los ojos azules".
Piensa Acevedo: "Has peleado en ciento veinticinco combates por la libertad de este continente".
Piensa Pedernera: 'Ahí marcha hacia la muerte el general Juan Galo de Lavalle, descendiente de Hernán Cortés y de Don Pelayo, el hombre a quien San Martín llamó el primer espada del Ejército Libertador, el hombre que llevando la mano a la empuñadura de su sable impuso silencio a Bolívar".
Piensa Lacasa: "En su escudo un brazo armado sostiene una espada, una espada que no se rinde. Los moros no lo abatieron, y después tampoco fue abatido por los españoles. Y tampoco ahora ha de rendirse. Es un hecho".

Y Damasita Boedo, la muchacha que cabalga a su lado y que ansiosamente trata de penetrar en el rostro de aquel hombre que ama, pero que siente en un mundo remoto piensa "General: querría que descansases en mí, que inclinases tu cansada cabeza en mi pecho, que durmieses acunado por mis brazos. El mundo nada podría contra ti, el mundo nada puede contra un niño que duerme en el regazo de su madre. Yo soy ahora tu madre, general. Mírame, dime que me quieres, dime que necesitas mi ayuda".

Pero el general Juan Galo de Lavalle marcha taciturno y reconcentrado en los pensamientos de un hombre que sabe que la muerte se aproxima. Es hora de hacer balances, de inventariar las desdichas, de pasar revista a los rostros del pasado. No es hora de juegos ni de mirar el simple mundo exterior. Ese mundo exterior ya casi no existe, pronto será un sueño soñado. Ahora avanzan en su mente los rostros verdaderos y permanentes, aquellos que han permanecido en el fondo más cerrado de su alma, guardados bajo siete llaves. Y su corazón se enfrenta entonces con aquella cara gastada y cubierta de arrugas, aquella cara que alguna vez fue un hermoso jardín y ahora está cubierto de malezas, casi seco, desprovisto de flores. Pero sin embargo vuelve a verlo y a reconocer aquella glorieta en que se encontraban cuando casi eran niños, todavía: cuando la desilusión, la desdicha y el tiempo no habían cumplido su obra de devastación; cuando en aquellos tiernos contactos de sus manos, aquellas miradas de sus ojos anunciaba los hijos que luego vinieron como una flor anuncia los fríos que vendrán: "Dolores , murmura, con una sonrisa que aparece en su cara muerta como una brasa ya casi apagada entre las cenizas que apartamos para tener un poco y último calorcito en una desolada montaña.

Y Damasita Boedo, que lo observa con angustiosa atención, que casi lo oye murmurar aquel nombre lejano y querido, mira ahora hacia adelante, sintiendo las lágrimas en sus ojos. Entonces llegan a los aledaños de Jujuy: ya se ven la cúpula y las torres de la Iglesia. Es la quinta de los Tapiales de Castañeda. Es ya de noche. Lavalle ordena a Pedernera acampar allí. Él, con una pequeña escolta, irá a Jujuy. Buscará una casa donde pasar la noche: está enfermo, se derrumba de cansancio y de fiebre.

Sus compañeros se miran: ¿qué se puede hacer? Todo es una locura, y tanto da morir en una forma como en otra.

Pedernera, que duerme sobre su montura, se incorpora nerviosamente: cree haber oído disparos de tercerolas. Pero acaso son figuraciones suyas. En esa noche siniestra ha intentado dormir en vano. Visiones de sangre y muerte lo atormentan.

Se levanta, camina entre sus compañeros dormidos y se llega basta el centinela. Sí, el centinela ha oído disparos, lejos, hacia la ciudad. Pedernera despierta a sus camaradas, él tiene una sombría intuición, piensa que deben ensillar y mantenerse alerta. Así se empieza a ejecutar cuando llegan dos tiradores de la escolta de Lavalle, al galope, gritando: "¡Han matado al general!"

11 comentarios:

  1. La publicación de hoy es un aporte de Hugo Gómez y en sus mismas palabras, esto nos dice nuestro colaborador acerca de la misma: "... es un texto que me impresionó al leer Sobre Heroes y Tumbas, donde narra la persecución, muerte y nuevamente persecución después de muerto del general Lavalle, asediado por las tropas de Oribe (había jurado exhibir su cabeza en la plaza de la Victoria, hoy Plaza de Mayo) por las quebradas del altiplano.
     
    Elegí además este texto porque ese pasaje histórico narrado con maestría por Sábato, me remite a la realidad de nuestro país hoy. Todos los involucrados en este fragmento (Lavalle, Dorrego, Oribe) lucharon con un objetivo común, derrotar a realistas, unidos al mando de San Martín o de Bolívar. Años después, se están matando entre ellos (unitarios o federales) inaugurando la era de las dicotomías argentinas.
     
    Otra cosita, escogí una parte más bien 'de salón', porque hay otras en la que Sábato describe con su increíble y oscuro estilo detalles de la pudredumbre del cadáver de Lavalle que me parecieron poco adecuados para un viernes al mediodía, recuerdo que este espacio para muchos era como un ingrediente más del almuerzo (para el que quiera el fragmento completo, le sugiero www.divinapoesia.blogspot.com

    saludos a todos. Hugo."

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  2. Muchas gracias!
    Es muy interesante leer sobre esto. Lavalle es un perfecto ejemplo de como el uniforme y el combate arruina a un hombre de ley.

    Un heroe de la guerra de la independencia que cae en la bajeza de fusilar a su amigo y antiguo comandante, Dorrego, sin siquiera darle derecho a "la ultima voluntad" que los condenados siempre tienen (o tenian o tenian).

    La historia es tan tragica como pintorezcamente terrible. Dicen que llevaron el cuerpo sin vida de lavalle para evitar la mutilacion que describe Hugo. Dicen que llegando a Humahuaca, con los restos en avanzado estado de descomposicion, sus propios soldaos hirvieron el cadaver de Lavalle y separaron la carne de los huesos. La carne fue desechada y los huesos conservados.

    Creo que es recomendable leer todo el texto... aunque sea viernes a mediodia!
    Abrazos y gracias!
    JP

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  3. Buenísimo el texto!!! Me encantó como está narrada la historia, aunque la historia en si es bastante triste. Bueno, digamos que se refleja mas o menos que pasa cuando la gente lucha por poder, o codicia u honor que es mas o menos lo mismo. Hoy en día no hay mas generales, hay políticos que hacen las mismas tramoyas pero sin que muera nadie (nadie que no sea político, el resto estamos en el horno). Acaso pregunto yo, hay alguno de los políticos que están por ahí que no haya traicionado a sus antiguos jefes?

    Buen finde, y muy bueno el aporte...

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  4. Uno de los problemas fue que aquellos generales, eran politicos... la peor combinacion posible: Uniforme (o sotana) detras de un escritorio del ejecutivo.

    El gran drama de entonces (la fundacion de nuestro pais) y mas aca tambien, era que el mismo que dirigia el ejercito era el presidente...

    Encima en historia te lo enseniaban como un merito:

    "Fulanito fue maestro de escuela, general, presidente, periodista, escritor, almacenero, etc,etc).

    Y pregunta siempre fue: "alguna vez hizo algo bien este hombre?"

    De TODOS rescato la figura del General don Jose de San Martin:

    Que siempre fue un hombre de armas, y si goberno fue porque no le quedo otra y cuando lo hizo fue breve y con el objeto de pasar el poder politico a alguien mas...

    El se sabia de a caballo y sable en mano, no atras de un escritorio firmando decretos.

    Pocos casos como ese hay en nuestra historia, lamentablemente.

    El resto, incluyendo Lavalle, Rosas, Belgrano, Sarmiento, etc... como Militares fueron buenos politicos y como politicos fueron buenos militares...

    JP

    PS: no me olvido de Peron, pero no lo nombro a proposito jaja!

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  5. Juan

    Perón fue un político disfrazado de militar ;)))

    En esa época si querías ser presidente no te quedaba otra no?

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  6. Hola a todos. Coincido JP en muchos aspectos, y además de distinguir a JOSE de san Martin te diría que no solo tuvo la vocación de intervenir militarmente cuando fue necesario, tuvo la valentía de NO intervenir cuando lo considero nocivo para la patria en gestación por ej. en la famosa negativa a intervenir en contra de los caudillos en guerras fratricidas como las que describe, que le valió el encono definitivo de rivadavia. San Martin se fue a liberar Chile y perú, lugares que consideraba claves para afirmar la independencia definitiva. Un saludo a todos!

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  7. bueno, bueno, bueno...
    Asi me gusta, explotó el BLOG!!!
    Parece que hemos dado con la temática que enciende opiniones, debates, intercambio de opiniones, es decir, el motor de este espacio.
    Celebro por ello pero mas aún, celebro por nuestro amigo HUGO que esta semana, además, fue papá por tercera vez pero primera vez de un niño. El miercoles 10 nació Lautaro. Felicidades a la familia Gomez!!!

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  8. Hola Hugo! Felicitaciones y gracias por el texto!
    un abrazo a todos y buen finde!
    JP

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  9. Jp una alegría volver a encontrarnos gracias a todos por los saludos por Lautaro!

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